"‎LOS PUEBLOS, LOS HOMBRES SE ENFRÍAN POR AUSENCIA DE ESPÍRITU. PERO ESTAMOS NOSOTROS, CON PEDERNAL Y YESCA, CON MELODÍAS Y CANTARES, POEMAS Y REFLEXIONES , ALTO DESVELO Y SUEÑOS DE TODO TIPO, PARA ENTIBIAR LAS HORAS DE AQUELLOS QUE NO QUIEREN CONGELARSE."
-Atahualpa Yupanqui-

desde "LA CANCIÓN VERDADERA" un libro de Victor Heredia

"...A. Yupanqui nunca cedió un palmo ante el avance de artistas que desde la mediocridad hicieron tanto daño a la cultura como el éxito económico que obtuvieron, preservó con hidalguía su forma y honró los contenidos. La canción popular también se ha fortalecido desde su verdad y vence la propia añoranza y el embate de los medios que la ignoran. No le quita el sueño resistir, ella sigue alumbrando el camino día a día en cuanta reunión de jóvenes reverbera una guitarra..."



martes

"UNA LÁGRIMA" TANGO

FOTO: EUGENIO CÁRDENAS
1926
Music: Nicolás Verona
Letra: Eugenio Cárdenas
CANTANTE: CARLOS GARDEL

EUGENIO CÁRDENAS: (6 de setiembre de 1891 - 1 de enero de 1952)
Carlos Gardel fue el principal intérprete de sus obras, circunstancia que estimuló al poeta. El Zorzal fue el portavoz ideal para que sus temas se convirtieran en éxitos definitivos y quedaran definitivamente clavados en la emoción popular.
Los más asiduos colaboradores del poeta fueron el guitarrista Guillermo Desiderio Barbieri y el bandoneonista Rafael Rossi, quienes, al igual que el bardo José Rial (h), fueron los que alentaron a Cárdenas en sus comienzos y le abrieron las puertas grandes del éxito y la popularidad por la estrecha vinculación con Carlos Gardel, aparte de la sincera amistad que los unía.

Cuando rodó, cual gota cristalina,
sobre su faz, la lágrima de amor,
me pareció su cara tan divina
un lirio azul besado por el sol.
Y recordé que aquella muchachita
guardaba en su alma ya muerta la ilusión,
porque el galán después de tantas citas
le hizo morir de angustia el corazón.

Cuando ve la carta amarillenta
llena de pasajes de su vida
siente que la pena se le aumenta
al ver tan destruida
la esperanza que abrigó.

El hombre aquel a quién adoró tanto
y le entregó su vida virginal
le hizo empapar su juventud de llanto
¡la hizo vivir cien noches de ansiedad!
Y al recordar la dicha que soñara
mira esa carta que un día él le mandó
pidiéndole que ella lo perdonara
si nunca más volvía... y no volvió...

Esta triste historia de su vida
ella, cabizbaja me contaba,
mientras que una lágrima rodaba
por su hermosa cara
llena de amargo dolor. M


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