"‎LOS PUEBLOS, LOS HOMBRES SE ENFRÍAN POR AUSENCIA DE ESPÍRITU. PERO ESTAMOS NOSOTROS, CON PEDERNAL Y YESCA, CON MELODÍAS Y CANTARES, POEMAS Y REFLEXIONES , ALTO DESVELO Y SUEÑOS DE TODO TIPO, PARA ENTIBIAR LAS HORAS DE AQUELLOS QUE NO QUIEREN CONGELARSE."
-Atahualpa Yupanqui-

desde "LA CANCIÓN VERDADERA" un libro de Victor Heredia

"...A. Yupanqui nunca cedió un palmo ante el avance de artistas que desde la mediocridad hicieron tanto daño a la cultura como el éxito económico que obtuvieron, preservó con hidalguía su forma y honró los contenidos. La canción popular también se ha fortalecido desde su verdad y vence la propia añoranza y el embate de los medios que la ignoran. No le quita el sueño resistir, ella sigue alumbrando el camino día a día en cuanta reunión de jóvenes reverbera una guitarra..."



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domingo

"LA DEJÉ PARTIR" ZAMBA

FOTO: ARSENIO AGUIRRE
AUTOR: ARSENIO AGUIRRE
Arsenio Aguirre nació el 28 de agosto de 1923 en Juncal, provincia de Santa Fe
Andar y andar parece haber sido el destino de Arsenio Aguirre. Entretanto, han quedado sus canciones en el camino, jalonando los rumbos de su emoción. Cantor y guitarrista, comenzó su actuación por LT 2 de Rosario, a los 17 años de edad, como acompañante. Acompañó con su guitarra a "Los Troperos de Pampa de Achala", a Nelly Omar, a Héctor Mauré (en la interpretación de tangos). También Arsenio Aguirre fue uno de los cuatro guitarristas de Margarita Palacios, y primer guitarrista de Ima Sumac, con quien recorrió todo nuestro país. En la sección de Folclore Argentino Así nació esta canción nos ocupamos de dos temas de Arsenio Aguirre: Guitarra trasnochada y El quiaqueño, ambos incluidos en el Cancionero. También muy conocida es su zamba La dejé partir.
Arsenio Aguirre falleció el 18 de octubre de 1990 en Rosario. El 6 de octubre de 2005 fue declarado Ciudadano Ilustre post mortem de la ciudad de Rosario.

Tarde ya muere el sol
en el horizonte sangrante y azul,
y mi zamba se pierde en la sombra
mi zamba que fuera paisaje de luz.

Tarde ya, corazón,
angustiosas horas llegaron, al fin.
Y he sentido como si la noche
de todos los tiempos cayera ante mí.

La sentí llorar, no la consolé,
la dejé marchar tan lejos de mí.
Y mi zamba cantaba en la tarde
mírala en silencio: déjala partir.

Cuando cae la oración,
abrazan las ramas los nidos sin luz.
Y se aquietan las alas y trinos,
ecos que despiertan la alborada azul.

Pero en mi corazón
sólo habrá un silencio dolido de amor,
sin albores radiantes que lleven
luces de esperanza a mi corazón.

La sentí llorar, no la consolé,
la dejé marchar tan lejos de mí.
Y mi zamba cantaba en la tarde
mírala en silencio: déjala partir