RAÚL LAVIÉ: Raúl Leonardo Peralta, nace en Rosario, Santa Fé, el 22 de Agosto de 1937.
Comienza su profesión de cantante en su Rosario natal, en el año 1955 y en la radio
MT8, aunque no creía en hacer de la profesión de cantante un medio de vida.
Luego viaja a Buenos Aires donde se radica y continúa cantando.
Hace su paso por Radio Belgrano y Radio El Mundo, obteniendo gran repercusión
del público que comienza a conocerlo. El 2 de Julio de 1957 llega al sello Columbia,
donde graba como vocalista para la orquesta de Héctor Varela sus primero temas:
"Y no me digas que no", del propio Varela y también el vals "Señora Princesa".
Luego se asocia con Rodolfo Lessica, que también fuera cantante
de Héctor Varela y recorre varios escenarios del país.
Comienza su profesión de cantante en su Rosario natal, en el año 1955 y en la radio
MT8, aunque no creía en hacer de la profesión de cantante un medio de vida.
Luego viaja a Buenos Aires donde se radica y continúa cantando.
Hace su paso por Radio Belgrano y Radio El Mundo, obteniendo gran repercusión
del público que comienza a conocerlo. El 2 de Julio de 1957 llega al sello Columbia,
donde graba como vocalista para la orquesta de Héctor Varela sus primero temas:
"Y no me digas que no", del propio Varela y también el vals "Señora Princesa".
Luego se asocia con Rodolfo Lessica, que también fuera cantante
de Héctor Varela y recorre varios escenarios del país.
Canción
Música: Astor Piazzolla
Letra: Horacio Ferrer
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.
Hoy que Dios me deja de soñar,
a mi olvido iré por Santa Fe,
sé que en nuestra esquina vos ya estás
toda de tristeza, hasta los pies.
Abrazame fuerte que por dentro
me oigo muertes, viejas muertes,
agrediendo lo que amé.
Alma mía, vamos yendo,
llega el día, no llorés.
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
que es la hora en que mueren los que saben morir.
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
de aquel verso que nunca yo te supe decir.
Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia,
como sombras fugadas de un cansado ballet,
repitiendo tu nombre por una calle blanca,
se me irán los recuerdos en puntitas de pie.
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada,
guardaré mansamente las cosas de vivir,
mi pequeña poesía de adioses y de balas,
mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba,
mi penúltimo whisky quedará sin beber,
llegará, tangamente, mi muerte enamorada,
yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis,
cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!
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